Los rellenos de los Humedales en la Región del Biobío han significado que éstos hayan retrocedido en un periodo no mayor a tres décadas cerca de un 25% de su total dimensión. El caso del Humedal Paicaví es dramático, en 10 años no alcanza el 50% de lo que era de antaño, convirtiendo este espacio vital en un humedal fragmentado, aislado y con muy baja conectividad con el resto del cordón de humedales que atraviesa las comunas de Concepción, Hualpén y Talcahuano.
Estos rellenos no solo alteran los ciclos hidrológicos del lugar, el equilibrio biológico presente en estos nichos de diversidad y la calidad de vida de la comunidad que se ve deteriorada por las perdida de las funciones ecológicas que brindan a la sociedad, sino que también generan una serie de perjuicios a futuros propietarias o arrendatarios de los inmuebles construidos sobre humedales.
En este sentido, el relleno de humedales ha sido el común denominador con que han respondido las autoridades ante la presión que las inmobiliarias ejercen a la hora de expandir su negocio por todos los rincones de la cuidad, sin mediar en la destrucción del medio natural y con ello en la biodiversidad, en la calidad de vida de las comunidades y tampoco, como veremos, en la propia calidad de vida de quienes en un futuro tendrán acceso a estas instalaciones.
El problema de las inundaciones
El primer problema -tanto para quienes pretenden vivir sobre un humedal como para quienes colindan con estos inmuebles- es sin duda el problema relacionado con las inundaciones. Los humedales al ser zonas de recarga, almacenamiento y descarga de aguas lluvias, cumplen la función de ser verdaderas esponjas naturales. Cuando se rellenan estos espacios disminuye su capacidad de absorción de aguas, transformándolos en superficies impermeables. Es decir, estas superficies que antes eran capaces de infiltrar aguas lluvias, se convierten en posibles zonas inundables, aumentando el escurrimiento de agua en el mismo lugar como a las poblaciones aledañas.
El problema de la licuefacción
La licuefacción es un fenómeno que acontece en suelos blandos (rellenos) que al presentar una carga sobre ellos (edificaciones) o producto de la acción sísmica, estos se reacomodan bruscamente, liberando el agua contenida en ellas. Este fenómeno provoca deformaciones en la superficie del terreno, alterando eventualmente las estructuras que se han construido, agrietando edificaciones o liberando el agua de las napas subterráneas.
Amplificación de las ondas sísmicas
Un evento sísmico de igual magnitud afecta con mayor fuerza un sector emplazado sobre sedimentos poco consolidado (rellenos semi-solidos) que sobre un medio rocoso tradicional. En pocas palabras, las edificaciones construidas sobre los rellenos de un humedal van a sentir intensamente más fuerte un evento sísmico, que un sector no rellenado. Esto porque el relleno es un medio propenso para que las ondas sísmicas se amplifiquen y afecten de mayor forma las viviendas edificadas sobre ellas. Esto se debe a que las ondas sísmicas se propagan de distintas manera dependiendo del medio por el cual transitan (solido, semisólido, líquido).
Asentamiento del Terreno
Es un proceso natural que se da con mayor frecuencia en asentamientos rellenados, y como su nombre lo dice, se produce cuando el terreno se asienta modificando su estado original. Se manifiesta “inicialmente como grietas en las casas, las que con el tiempo van incrementando en cantidad e intensidad, y en casos más extremos con inclinación de las construcciones en unos cuantos grados”.
Los problemas que acarrea la construcción de viviendas sobre terrenos rellenados saltan a la luz. En una ciudad en que las precipitaciones abundan y la actividad sísmica es frecuente, los resultados pueden ser desastrosos. No se trata de generar una campaña del terror, sino de dar a conocer las consecuencias que han traído los rellenos a la región. Para ello, no hay que irse atrás en el tiempo, ni tampoco salir de la intercomuna. Con las lluvias del año 2006 y producto de los rellenos generados en el rio Andalien y en el estero Nonguén, gran parte del sector Collao terminó inundado. La misma suerte corrió el sector de Michaihue y Boca sur con el relleno del humedal Los Batros cuando el invierno golpeó ese mismo año. Otro caso se vivió para el terremoto-tsunami del año 2010 en Las Salinas – Talcahuano, inundado viviendas en un terreno que históricamente había sido ocupado por el marisma Rocuant-Andalien.
Los humedales deben dejar de ser fuente de ingresos para el capital inmobiliario y para el interés municipal en estos espacios cada vez más privatizados. Debemos frenar la sed que tiene los inversionistas de apropiarse de estos espacios naturales sin mediar las consecuencias socios ambientales que representan su deterioro y destrucción. Debemos frenar el avance inmobiliario sobre los humedales, aprender a conocerlos y comenzar a relacionarnos con ellos de la misma forma que ellos lo hacen todos los días con nosotros y nosotras.
Comité de Defensa del Humedal Paicaví